martes, 6 de octubre de 2009

DIARIO DE UN PSEUDO EN MARRUECOS

CAPÍTULO 8: del misterio irresoluto
Cuando, tras salir del baño, me creía el tío más desafortunado del hotel por haber tenido que ducharme casi con la nieve de la p’tit Suisse, empiezo a escuchar gritos y quejas procedentes del pasillo. Unos no tenían luz o agua caliente, y otros, los de las habitaciones de 6, no tenían más que dos camas y 4 colchones sucios en el suelo. En este ambiente de extraña decepción mezclada con cansancio apareció Manué, mi compañero de viaje, compungido y dominado por unos ojos de estupefacción que le dominaban el gesto. Al llegar a su habitación, la nº32, metió la llave, pero su puerta no se abría, algo raro al descubrir que dentro había luz. Absorto, fue a buscar a alguien en recepción que pudiera, al menos, abrirle. Allí encontró a Omar, que lo siguió, palanca en mano, hasta la misteriosa puerta. Al primer zurriagazo, la cerradura con el cajetín cayeron al suelo, profiriendo un estruendo que se mezcló con el chirrido de la anciana puerta, que se iba abriendo lentamente dejando ver un paisaje, cuanto menos, tétrico a los ojos del pobre Manu. Sospechosamente, las luces ya no estaban encendidas, y en el suelo yacía de lado un gran sillón que alguien habría colocad contra la puerta a modo de tope. No cabía duda de que 5 minutos antes alguien había estado en aquella habitación, y tras escuchar los golpes en la puerta y el sonido de la cerradura, había apagado la luz y había huido por… “¡¡¿¿Qué es esa puerta??!! ¡¿…a dónde da?!” repetía Manu sintiéndose en una de las pelis de su gran Tarantino. “No problema, no problema” respondió ávido aquel hombre bonachón de piel oscura. Y así fue como mi compañero se echó los bultos a la espalda y se vino a mi habitación, donde pedíamos a Alá que no hubiera una fiesta italiana del Kamasutra. Manué perjuraba a troche y moche, pero sólo había una solución, y era obvia. “Toma mi saco” dije, y compartiendo la pipa de la paz pusimos fin a otra jornada de inolvidable desorden. Vienen los días de sol, arena y emociones…

CAPÍTULO 9: de los ratitos pa’ pensar
De cualquier manera amanecimos Manu, Frigo, Andrea (varón, por si alguien dudara) y un servidor al filo de las nueve en punto, hora local. Apenas nos atusamos brevemente, bajamos a prisa en busca de un puesto no muy lejano en el que abastecernos de galletas por unos cuantos dirkham de esos que ya escasean. De vuelta, a poco no se nos indigestaron las ‘biscuits aux pépites de cacao’ al oír que, con motivo de las molestias causadas el día anterior, el hotel ofrecía gratuito su servicio de desayuno. Con todo y con esto, no quedaba otra que hacer la rentrée del desayuno y, ya que es gratis, coger reservas para el inmediato desierto, que para algo somos españoles. Tazas y tazas de té verde bien calentito hacían las veces de guardias de tráfico para facilitar la digestión de millones de tostadas de mantequilla con mermelada de naranja ácida que supieron a gloria bendita. Tras coger fuerzas hasta casi salirnos de la piel, vuelta al autocar ansiosos de pisar con nuestros propios pies descalzos la cálida arena de las dunas presaháricas. Killers y Stereophonics como maestros de ceremonia de un nuevo ratito de autocar en el que poder plasmar aquí un trocito de todo lo que durante 24 horas diarias graban mi corazón y mis retinas. A velocidad de crucero, Tegan&Sara y The Libertines me teletransportan a Madrid, al Metro, a la Plaza del 2 de Mayo, al Retiro, al Parque del Oeste, a las eternas horas en Avenida de América esperando aquel autobús que me devuelva a la madriguera.

DIARIO DE UN PSEUDO EN MARRUECOS

CAPÍTULO 6: del Palai Jamais y los 40 ladrones
Si Chaouen era encantador, auténtico e inmensamente pequeño, Fez es turbulencia, tránsito masivo, torbellino de tejidos, olores y sabores. Fez es la ciudad del ‘imposible no perderse’, no comprar, no alucinar con sus tiendas de babuchas tamaño armario… y aquí nadie habla de crisis. Tan pronto como cruzamos la muralla, nos dispersamos del grupo, siendo carne fresca para los cientos de buscavidas que patrullan la medina. De entre ellos, el destino nos deparó a Mohamed, un “guía” de Fez nacido en Melilla que chapurreaba tan mal el español como yo el francés. Con él pasamos las 4 horas restantes, siéndonos de mucha ayuda, a pesar de los curiosísimos peligros a los que nos expuso en su particular ruta de shopping. Desde callejones oscuros infestados de geishas magrebís hasta burros turbodiésel cargados con casas enteras pasando a milímetros de nuestro gesto perplejo, miles de detalles que demuestran lo que esto dista de un primer mundo que empieza a sólo 400 Km rumbo norte. De cualquier modo, y siendo justos, Fez nos supo a poco, quizá por la resaca del encanto sine qua non de Chaouen. Tras volver al autobús a las 17.00 de nuevo en Palai Jamais, hacemos recuento de la situación económica mundial: 430 dirkham para comer 6 días más, lo que significa 18 comidas a menos de 2’35€ cada una. Esperemos que sea posible, o llegaremos el domingo a casa con algo de hambre…

CAPÍTULO 7: de cada contraste tras el cristal
Abandonamos la ciudad muy lentamente por culpa del férreo cordón policial que aguarda tenso la llegada del Rey Mohammed VI, cuya fotografía cuelga por decreto de cada uno de los comercios y bares marroquíes. Entre tanta espera, se nos echa la noche encima, y el cansancio no perdona. Un par de cabezadas después, trato de despabilar mis pupilas para tratar de comprender qué clase de loco ha construido un barrio de mansiones con tejados alpinos en medio de Marruecos: “C’est la Petit Suisse (la Pequeña Suiza) –nos aclara un murmullo-, un barrio de postín enclavado en el camino que comunica Fez y Midelt”. La explicación a sus tejados es que, al parecer, el invierno en la Petit Suisse te hace sentir como si estuvieras en la comunión de Tólstoi al aire libre. Tras echar unas manos de poker con unos pingüinos del lugar, por fin repartieron las habitaciones, y como ya empezaba a ser tradición, Manu y yo, el dúo de los accesorios, como algunos nos llamaban, fuimos divididos en habitaciones distintas. Yo compartí la habitación 48 con Frigo y Andrea, dos curiosos italianos que estaban de Erasmus en España. Fueron simpáticos y abiertos conmigo, a pesar de que en todo momento tenía presente que mi presencia allí no hacía sino joder sus planes para con sus bellas “amichi” con las que habían venido al viaje. En cualquier caso, no llevábamos más comida en las tripas que el pan con carne, alubias y arroz con tomate que tomamos al mediodía en aquel micro-restaurante de Fez y, por supuesto, ya no eran horas de salir a la calle. Nos tocó pagar el alegre precio occidental del Norte del país, para el cual las brochetas con arroz eran bastante escasas. Nuestros dirkham menguan a marchas forzadas, eso sí, inversamente proporcionales a nuestro asombro y deleite, que aumenta exponencialmente cada vez que bajamos las escaleras del autobús. Tras las ‘brochette’, una estupendosa ducha de agua fría, y Manu tirándose de los pelos…

lunes, 5 de octubre de 2009

EFÍMEDES Y LA FARSA INTEMPORAL

Corría el 427 a.C. en Atenas cuando un filósofo emergente le presentó al mismísimo Sófocles una teoría para la clasificación humana, una teoría que hoy llamaríamos sociológica. Efímedes, como así se llamaba el joven, defendía una hipótesis que suponía la división de los seres humanos, como entes racionales, en tres clases de hombres distintas pero susceptibles a todo orden de sucesión. En primer lugar, los comunes conformarían aquel grupo formado por individuos alta o totalmente regidos por factores e influencias externos en todo lo ajeno a la más pura simplicidad cotidiana. En segundo lugar, los sabios tendrían la gran virtud característica de la visión propia, la elaboración autónoma de opinión ajena a influencias externas, en base a un molde de experiencias formativas que catapulte la razón como único rasero, como un cincel privado. Por último, los eruditos serían aquellos sabios que, tras conocer su exclusiva magnanimidad artística, enfocarían sus vicios y virtudes hacia la inmortalización de lo que un sabio sólo podría albergar en la mente. Esa maravillosa capacidad de plasmar, de un modo u otro, las más preciosas abstracciones llevarían a los eruditos, según Efímedes, a la cúspide del Olimpo, al dominio de Atenas.

Obviamente, todo esto no es más que un montón de mentiras. Has empleado tu tiempo en leer invenciones absurdas sobre un hombre que nunca existió.
¿No te hace gracia? Piensa. A veces, incluso pagas por oír mentiras.

miércoles, 3 de junio de 2009

DIARIO DE UN PSEUDO EN MARRUECOS

CAPÍTULO 4: DE CÓMO ENSOMBRECIÓ LA GRAN COLINA
Tras llenar el buche y comprar algunos souvenirs, vuelta al hotel, sobre el cual nos esperaba la terracita más maravillosa de África. Desde sus rejas de forja y sus tapias azuladas puede verse, en aforo reducido, toda la gran colina que sostiene la ciudad. Me conformo con ver apenas 2 o 3 atardeceres como aquel en toda mi vida, alejado del tumulto del Mercado, del humo de Madrid. Todo se ralentiza, todo pierde importancia tras probar el Tajín, el pastel de hojaldre y miel o el chocolate marroquí. En lo alto de Abi Khancha, solos y a la vez acompañados, suenan las palmas al compás de las guitarras de aquellos repentinos amigos. Entonan seguidillas y alegrías brotan de aquellas cuerdas que pintan flores en el magenta horizonte magrebí. "Hazte otro y doblamos" sonó puntual al sonido de las campanadas que daban las 11. La austeridad de la habitación se hacía, a cada inhalar, un poco más llevadera, incluso resuelta a complacer a sus huéspedes, hasta que mis párpados cedieron a la realidad de un nuevo día y mi mente forjó veintiún sueños bajo la dictadura del Horror Vacui.


CAPÍTULO 5: DEL ROCÍO MAROCAISE Y POSTERIORES ANÉCDOTAS
A modo de diario, me confieso desconcertado, hebrio de libertad, embelesado por este atómico choque cultural. Por si no fuese suficiente mi incredulidad, el guapazo de turno, el típico latin-lover, el mítico papa-chongo que no puede faltar en todo viaje organizado que se precie, me ha confesado secretamente que está escribiendo algo parecido a esto. Literalmente:
  • -S: ¿...un libro de viajes?
  • -G: Algo así... Estoy escribiendo sto para un diario en el que llevo trabajando ya 15 años.
  • -S: Ah, que debuti. ¿Y lo vas a publicar en algún sitio?
  • -G: Qué va. Es para enseñárselo a mis nietos, para que vean cómo se las gastaba el abuelo...
...y es que qué grande es el guapazo, pensando ya hasta en sus nietecillos. Hoy hemos amanecido temprano, hambrientos y con el tiempo justísimo para pillar los petates y bajar las empinadas escaleras de la pensión, todo un reto cuando llevas más ojeras que Horacio de la Familia Adams. Ahora Fez ocupa nuestras mentes, la ciudad con la Medina más grande del Mundo árabe. Distribuída en barrios gremiales (cuero, forja, telares, alfarería, madera, doradores), constituye, para que sea más sencillo situarse, lo más parecido al plató de Aladín que haya visto en toda mi vida. Hemos llegado y, postrados ante la Puerta de Palai Jamais, una de las 7 que oxigenan la Medina, el Sr.Manué y un servidor se encomiendan al buen Alá para que nos guarde en aquella vorágine de algaravía y encantador consumismo. Nos acercamos al gran portón. Allá vamos...

PROYECTO MAIDEN

Artículo 10 de la Constitución: Libertad de Expresión y de Conciencia. Así fue como en la inexperta España de la Transición un puñado de idealistas trazaron lo que estaba llamado a ser una carta libertadora para una nueva nación democrática. Varias décadas después, los hijos de aquellos que lo presenciaron en primera fila nos vemos obligados a salir a la calle, a manifestarnos de todas las formas posibles para reclamar que el sistema presuntamente liberal en que vivimos no es otra cosa que una manzana podrida, una caja de zapatos diminuta en la que hacemos nuestras necesidades, consumimos y vendemos nuestra fuerza de trabajo, eso cuando nos dejan. Todo bajo la atenta mirada de aquellos individuos corruptos por la erótica del poder a los que las masas dieron los mandos de la nave. La democracia es la dictadura de las mayorías, y la prensa de hoy en día, el manipulador monopolista de la Sociedad de la Información. Se dice de nosotros que somos una generación sedentaria, sin motivaciones, ni capacidad de sacrificio ni esfuerzo, que no sabemos apreciar lo que tenemos y que no sabemos de lo que va la vida. Por eso levantamos la cabeza, miramos fijamente a los ojos de todo aquel que pase por delante y decimos con voz sólida que nadie nos va a callar. Todos somos presos de una sociedad en la que somos marionetas de la publicidad, la prensa y toda información manipulada con un fin exacto, estudiado y, para muchos, aún latente. Precisamente respecto a esto último queremos manifestarnos. La gente ha de saber que los entronizados por la masa hacen que pensemos como ellos quieren, todos ellos hablan y la supuesta prensa de calidad lo difunde. ¿Por qué cobra más importancia en la televisión el primer día de colegio de la infanta antes que las lapidaciones del mismo día en África oriental? ¿Por qué Coca-Cola gasta en una sola campaña publicitaria el valor de la vacunación total de decenas de países ante enfermedades del tercer mundo que en Occidente solo ocupan sitio en polvorientos libros de Historia y Medicina? Sería sencillo, pero a la vez imposible. Cada año mueren sólo en España entre 700 y 1000 personas en las carreteras, pero es Marta del Castillo la que preside durante meses las primeras páginas de aquellos a los que pagamos por mantenernos informados de la actualidad mundial desde un punto de vista “objetivo”. Es triste e indignante que los medios sigan el criterio del morbo como factor principal. Los medios se crearon para la difusión de la cultura. ¿Dónde ha quedado la cultura? La televisión nacional, a la que todos pagamos con nuestros impuestos, lleva años relegando la programación cultural a los horarios más inaccesibles y trasnochadores de la segunda cadena, pues no quepa duda que la primera está para otros contenidos más “ovejizadores”. ¿Quieres cultura? Pues ve, si puedes, a la universidad. Allí podrás comprender que los profesores no entienden de horarios ni obligación presencial, los alumnos buscan en masa los divertimentos más improductivos y el sistema en general te brinda la posibilidad de ser una ovejita más que cada día coja el metro y cruce por un instante la mirada con otra de las pequeñas hormigas que se desplazan por el subsuelo de la capital imbuidos en los pensamientos más intrascendentes. Nos negamos en rotundo a aceptar esta dictadura de la información, esta tiranía de los encorbatados, esta somnolencia general en que se encuentra la sociedad. Eres persona, y si tienes algo que decir, dilo.


Más en http://www.trampantojo.eu/

It's a beautiful morning. Let's create something.

sábado, 18 de abril de 2009

DIARIO DE UN PSEUDO EN MARRUECOS

CAPÍTULO 2: De cómo nos bañamos en libertad
Tras casi dos horas de cola en el Ferry con el fin de sellar, por fin, el maldito pasaporte y así poder neutralizar con mis gafas Wayfarer prestadas en envolvente sol africano, una conclusión aterriza repentinamente en nuestra mochila de moralejas: la burocracia “marocaise” no es parsimoniosa, sino más bien… ¡lo siguiente! A las 12.36 del mediodía (14.36 hora española) mis vans de cuadritos por fin prueban el encanto del polvoriento cosmopolismo tangerino. Por su parte, los organizadores, decididos a integrarnos desde el minuto 1 en la anárquica y pasiva cultura autóctona del “búscate la vida”, nos han dejado campar al libre alvedrío por el puerto de Tánger, a ver si en una de éstas nos topamos por sorpresa con nuestro querido autocar verdiañil, para así continuar con el viaje. No estaría del todo mal encontrarlo, más que nada por el hecho de no desgarrarnos del grupo ya el primer día… Y así, tras diez minutos atiborrados de un sentir de absoluta libertad ciertamente agobiante, avistamos a nuestro grandote amigo, el S1. De este modo, la compañía de “Al filo de lo Infumable” leva anclas, allá por la hora de la siesta en España, rumbo a la bella ciudad de ChefChaouen, o Chaouen para la gente de España a la que sólo Víctor y Bea sabrían contar el porqué de ese “Chef” tan misterioso. Tengo la sensación que no hay un solo momento desde que llegamos que no haya alguien en el bus sonriendo. Será que Marruecos no tiene encanto…

CAPÍTULO 3: De cuando llegamos a Chaouen
Simplemente impresionante. Así definiría a esta preciosa ciudad del Norte. Estamos alojados en el hostal Abi Khancha, un pequeño edificio de apenas 4 plantas de antigua construcción levantado junto a una de las estrechas calles de pintorescos puestecillos de artesanía que diseccionan en todas direcciones la ciudad, postrada sobre una gran ladera verde, en cuyo regazo se apila el mar de casas encaladas como manchas de tipp-ex sobre un lienzo verde oliva. A 5 minutos bajando entre falsos guías, buscavidas y vendedores del polen más dorado, se encuentra la plaza de Chaouen, posiblemente uno de los 10 únicos lugares donde la luz del sol incide directamente sobre el pedregoso y rústico pavimento. La plazoleta, llena de puestos y restaurantes, es un foro encantador en el que puedes comprar un paquete de Camel por 320 Dirkham (3.20€) a un bereber secular, eso si logras comprender el indescifrable acento colonial que se escapa entre los agrietados labios del anciano. También puedes hacer otras cosas en la plaza, la mayoría de ellas más benignas con el bolsillo, como por ejemplo pedir un delicioso plato de cous-cous con pollo, cebolla y pasas por 25 Dirkham (2.50€). También hemos probado el Tajín con carne, el zumo de banana y el de aguacate, ambos recién hechos, y de postre, té verde, con suma razón la bebida nacional. Y poco a poco es como Don Seral y un servidor nos vamos iniciando en el glorioso arte del regateo, unas veces con más éxito (careta de baobab 100/350, juego de té 300/580) y otras con menos. Sigo sin creer dónde estoy…

martes, 14 de abril de 2009

DIARIO DE UN PSEUDO EN MARRUECOS

PRÓLOGO
De joven colmé mis venas de café de Colombia y estudié a los escritores. Rosalía, Machado, Bécquer, Góngora, Unamuno… Todos hablaban de la fugacidad de la vida, de lo efímero de nuestra existencia, de la temporalidad de todo lo que nos rodea… ¡¡¿¿Pero qué cojones??!! Que alguien me diga de una puñetera vez qué demonios es la fugacidad o explotaré de pura cólera. “Señor, fugaz es todo aquello que, tal y como viene, se marcha…” dijo el noble Giovanni… En ese caso, el Mundo entero es fugacidad y, por enésima vez, la vida son etapas. Mañana a la noche comienza una breve y muy, muy exótica. Sé que también ésta acabará pero ¿para qué rayarse ahora? Ya dejaremos caer nuestras lágrimas sobre las dunas de Asilah cuando veamos el Atlas cada vez más diminuto. Carpe diem, Carpe omnius…

CAPÍTULO 1: Del Génesis
Mermado por el síndrome del bailarín, el tendón de la fascia latta no me priva de estampar en el pasaporte un nuevo cuento que contar a mis futuros nietos. Tras 9 horas de noche y carretera nos hacemos a la mar, siempre con la eminente mirada de la Luna, intemporal redondel de pasiones, y nuestro vínculo superlativo… ¿¿Cómo?? ¿Acaso ya hemos llegado…?
Buenos días, Mama África. ¿Qué hay hoy para desayunar? Nervios, sonrisa permanente y más nervios, que me colonizan tal y como cada una de las partes de mi cuerpo, que se estremece sólo de mirar la otra orilla. Allí nos aguardan toneladas de especias, avalorios y cous-cous.
“Manu, no pierdas el pasaporte…”.
Como dicen en Dakota: “No sé dónde vamos a ir ahora”…pero tampoco me preocupa. Soy consciente de ser la probeta donde se mezclan las esencias que motivarán en mí vertiginosos cambios. Como base experimental, el humilde agua y el té más pseudo.
Marruecos, allá vamos…